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Qué ver en la Ciudad de Palencia

Comarca: Tierra de Campos

Palencia Capital

Situada en la llanura de Tierra de Campos y bañada por las aguas del Carrión la ciudad de Palencia ofrece un sinfín propuestas interesantes.

Cuando el viajero visita una ciudad, busca su centro histórico, las calles más representativas, los monumentos que señalan las guías de viaje. Por supuesto, Palencia no es una excepción.

Pero además de todo esto, esta ciudad sorprenderá a quien la visite con un montón de detalles que son los que hacen de Palencia mucho más que una parada en una ruta turística. Palencia es una ciudad viva, que ha ido creciendo y embelleciéndose, con el paso del tiempo.

Por todo eso es, sobre todo, un lugar para vivir y para disfrutar de la vida. Un lugar que invita a pasear sin prisas.

La Catedral de Palencia, los visitantes inmediatamente comprenderán por qué se le llama la Bella Desconocida, su gran tamaño la convierte en una de las más grandes de España. La gran cantidad de obras de arte que se encuentran en su interior, hacen de esta catedral una autentica joya.

Fue erigida sobre una primitiva iglesia visigótica de la que aún se conservan restos en la cripta que alberga la figura del patrono de la ciudad, San Antolín. Las distintas etapas constructivas determinaron su inusual doble crucero y sus correspondientes cinco puertas. Dignos de especial admiración son el altar mayor, la Capilla del Sagrario, la Girola, la Cripta y el Trascoro con el políptico de Nuestra Señora de la Compasión de Jan Joest de Calcar obra maestra de este pintor holandés.

Obras de maestros de la pintura y la escultura como el Greco, Gil de Hontañón, Gil de Siloé, Juan de Flandes o Pedro Berruguete que custodia el Museo Catedralicio, junto con algunas otras curiosidades que el visitante tendrá que ir descubriendo.

Cuenta la leyenda que, estando un día de caza el Rey Don Sancho, se desvió de sus compañeros de montería en pos de un jabalí que había visto esconderse en una gruta. Cuando lo localizó en su interior y se dispuso a abatirlo con su venablo, perdió súbitamente la movilidad de su brazo. Entonces advirtió que se encontraba en un lugar sagrado, en el que el Rey Wamba había depositado las reliquias del mártir francés Antolín. Como desagravio por la profanación del templo, el Rey prometió restaurar el templo destruido si recuperaba el uso de su brazo.

Y es así como Palencia recuperó no sólo la Sede Episcopal, sino también el esplendor que había perdido durante la Reconquista. En la cripta prerrománica es donde se encuentran estas relíquias de  San Antolín, patrono de la ciudad, que custodia un pozo de aguas 'milagrosas'.

El Palacio de la Diputación Provincial, del neorrenacimiento castellano, fue inaugurado a principios del siglo XX y proyectado por Jerónimo Arroyo. En su interior hay lienzos de notables pintores palentinos, como Meneses, Eugenio Oliva, Asterio Mañanós, Casado del Alisal, Germán Calvo y Pedro Mozos entre otros. Su cúpula central, pintada por Fernando Calderón, representa un episodio de la historia de esta ciudad: el asedio a que la sometieron las tropas del Duque de Lancaster, del que salieron vencedoras las mujeres palentinas. El edificio contiguo es el Mercado de Abastos, un buen representante de la arquitectura del hierro y del cristal.

Museo Arqueológico - Casa del Cordón Un cordón renacentista enmarca y decora la puerta del edificio civil más antiguo de la ciudad, que ha sido restaurado para albergar el Museo de Palencia. En él están recogidas algunas de las más valiosas piezas arqueológicas que nuestro suelo y nuestra historia nos han legado.

Museo Diocesano - Palacio Episcopal El museo se inauguró en 1973, el objetivo de éste museo es conservar el parte del enorme patrimonio artístico que se encontraba en la provincia de Palencia dentro de ermitas o iglesias de zonas casi despobladas. La genial idea de éste museo hace que se puedan mantener, restaurar, y contemplar obras de: Pedro Berruguete, Felipe Bigarny, Jan Provost, Juan de Juni, Juan de Flandes, entre otros.

La Iglesia de San Miguel tardó en ser construida, como revela la evolución de su estilo desde el ábside románico a la torre construida a los pies del templo. Fue reedificada en 1630 con un aspecto similar al actual, colocando en ese momento almenas que no tenía. Quiere la leyenda que ante su altar se casara el Cid Campeador con Doña Jimena, pero de aquellos primitivos tiempos lo más probablemente cierto es que sirviera de atalaya para vigilar incursiones enemigas, dada su estratégica posición frente al río, en el que su imagen reflejada compone una bella estampa.

La Iglesia de San Francisco es la reliquia más antigua de la Palencia medieval, fue a lo largo de su historia escenario de Cortes y alojamiento de reyes y emisarios reales o eclesiásticos de paso en la ciudad. Del original convento franciscano hoy queda la espadaña de la iglesia, adornada casi exclusivamente por un rosetón y parte del claustro, que hoy hay que atravesar para entrar en la Iglesia. No hay que dejar de ver el artesonado mudéjar de la sacristía, barroca por lo demás, y una capilla típicamente cenobítica situada en el claustro, cuyos muros y bóveda están completamente recubiertos por calaveras.

La Iglesia de San Lázaro, como su nombre indica, fue un hospital para leprosos. Su gótico primitivo original ha ido sufriendo transformaciones por las reparaciones de sucesivos incendios.

La Iglesia de Nuestra Señora de la Calle sigue la estructura típica de las iglesias jesuíticas. En el centro del retablo barroco de madera sin dorar donde se venera la imagen de la patrona de Palencia, la Virgen de la Calle.

Iglesia de San Pablo, su macizo ábside, que recuerda un castillo, no anuncia la riqueza decorativa de su interior. El retablo, la reja de forja y los sepulcros junto al altar mayor y en las capillas laterales nos hablan del poder de la orden dominica que ocupa el convento adjunto.

La Ermita Románica de San Juan Bautista es una joya del románico instalada en mitad de un parque en el centro de la capital 'La Huerta Guadián'. La razón es que fue trasladada piedra a piedra desde su original enclave en Villanueva del Río, un pueblo del norte de la provincia sumergido bajo el embalse de Aguilar en la década de 1960.

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