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Tras los pasos del Cid en la Ciudad de Burgos

Comarca: Burgos y Alfoz

Burgos Capital

La ruta que se propone a continuación permite reconocer los principales episodios y lugares conservados en la ciudad de Burgos que guardan una relación directa con Rodrigo Díaz de Vivar y el Poema de Mio Cid. De Vivar a Burgos, camino del destierro, el Cid Campeador llega a la ciudad donde tiene sus casas y viven muchos de los caballeros que partirán con él a la aventura.

Junto al Arco de San Martín, puerta por la que entraban en la ciudad una vez jurados los fueros los Reyes de Castilla, se alza el Solar del Cid, lugar donde tuvo asiento la residencia urbana del Cid Campeador, junto al Camino de Santiago.

En 1593 el Concejo burgalés proyectó erigir un monumento en su memoria, en unas casas que los monjes de Cardeña tenían en Burgos, identificadas como "Casas del Cid Rui Díaz". El monumento que hoy se conserva, fechado en 1784, es obra de José Cortés; destacan sobre un pedestal los escudos de Burgos, de San Pedro de Cardeña y, en el centro, una leyenda conmemorativa con el blasón del Cid, obra del escultor Manuel Campillo.

El siguiente alto en este camino literario e histórico nos lleva hasta la Iglesia de Santa Águeda, el lugar en el que la tradición oral –recogida en las Crónicas y en el Romancero– enmarca el episodio según el cual el Cid hizo jurar a Alfonso VI que no había participado en la muerte de su hermano Sancho, y por el que el rey, despechado, ordenó el primer destierro.

El Cid Campeador es el personaje con más presencia en la ciudad, y el viajero encuentra referencias a la vida y las hazañas del héroe castellano allá por donde vaya, incluso en la Catedral, que guarda valiosos tesoros del caballero medieval. Los restos del Cid y de su esposa, doña Jimena, descansan bajo el crucero de la seo burgalesa desde 1921. Antes habían reposado en el monasterio de San Pedro de Cardeña, durante la ocupación francesa estuvieron en el Espolón y en el año 1842 fueron trasladados al Ayuntamiento, hasta su definitivo traslado al actual emplazamiento.

El famoso Cofre del Cid se guarda en una pared de la capilla del Corpus Christi de la Catedral. Según la tradición, fue el cofre –supuestamente lleno de monedas, pero en realidad lleno de arena– con el que el Cid avaló el dinero que necesitaba para mantener su mesnada, y que fue entregado a los judíos Raquel y Vidas al salir de Burgos camino del destierro.

No podía faltar tampoco la imagen del protagonista del primer gran poema en castellano en el Arco de Santa María. En la fachada exterior, el Cid forma parte del retablo de héroes que acompañan a Carlos V. En su interior se expone un hueso del caballero castellano, con certificado de autenticidad, una reproducción de la espada Tizona y un cuadro del pintor Marceliano Santa María representando al Cid con doña Jimena.

Abandonamos el Arco de Santa María y al final del Paseo del Espolón sale a nuestro encuentro la desafiante estatua ecuestre ubicada en la Plaza de Mio Cid. Se trata de una monumental obra esculpida en bronce por Juan Cristóbal, con la colaboración del arquitecto Fernando Chueca Goitia, e inaugurada con gran boato en el año 1955.

Con la espada desenvainada y la capa al viento, sobre los estribos de su montura, el Campeador ofrece una imagen arrogante en dirección al destierro; camino que no hizo en soledad, tal y como recuerdan las ocho estatuas del Puente de San Pablo, que parecen acompañar al héroe en su partida.

El puente sobre el Arlanzón, que forma parte de la 'vía cidiana', está defendido por estas estatuas que representan a personajes cercanos a la figura del Cid. La obra pertenece al escultor Joaquín Lucarini.

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