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Un Paseo por las Bodegas subterráneas de Aranda de Duero - BURGOS

Comarca: Ribera del Duero

Aranda de Duero

Durante los siglos XII y XIII, Aranda de Duero se convirtió en uno de los principales productores de vino del norte de España, un liderazgo que se reforzó a lo largo de la Edad Media.

La construcción de las bodegas subterráneas fue una solución inteligente a una necesidad perentoria. Aranda, situada en un cruce de caminos, vivía de una agricultura de subsistencia, hasta que el viñedo se convirtió en un cultivo intensivo. Su producto, el vino, ayudó a transformar una economía autárquica en otra comercial.

Aranda no ofrecía entonces, y a diferencia del vino de 'Ribera del Duero' de hoy, un producto de gran calidad, pero sí facilidades para transportar una mercancía tan voluminosa y complicada, lo que le hacía ser más competitivo que el producido en otras comarcas.

El principal destino del vino de Aranda era Burgos, que por aquel entonces contaba con una población muy importante, ya que hacia 1494 se convirtió en capital de la potente Mesta, monopolio del comercio lanero de Castilla hacia Flandes. Además se encontraba en el Camino de Santiago y era centro religioso y militar de primer orden.

Este cultivo, industria y comercio subsiguiente pasó a ser el principal motor del desarrollo arandino, debido a que el viñedo conllevaba mucho trabajo manual, y por ende, numerosos operarios. Hacia la mitad del siglo XVI, Aranda llegó a tener unos 7.000 habitantes, censo muy relevante  para aquella época. Los dineros también fluyeron y circularon con mayor abundancia. Tómese como dato significativo que la portada de la Iglesia de Santa María la Real se hizo con aportación popular.

Con la vendimia concluía el ciclo anual de la viña y el inicio del proceso del vino. La uva recogida se trasladaba al 'lagar', donde se pisaba  y el mosto obtenido fermentaba. Este incipiente vino lo llevaban los 'tiradores' en 'pellejas' hasta las bodegas, bajándolo con mucho esfuerzo hasta las cubas.

Condiciones adecuadas de una bodega subterránea Para una mejor conservación del vino, aquellos antiguos viticultores pensaron que las bodegas debían reunir, al menos, estos requisitos:

Un terreno seco y aireado, para evitar las humedades (filtraciones de agua de lluvia) que estropearan las cubas y oxidaran herrajes y herramientas.

Mantenimiento de un constante grado de humedad y temperatura (entre los 9 y 13ºC ).

Ventilación adecuada, mediante el establecimiento de una corriente de aire penetrante por la puerta de entrada, hecha de maderos cruzados y la zarcera (especie de chimenea entre las naves y el exterior). Era tan necesaria para eliminar el tufo, gas venenoso proveniente de la fermentación del mosto, como para airear la bodega.

Construcciones bajo los solares de las casas y no bajo las calles para evitar ruidos y vibraciones de carros y transeúntes que removieran los contenidos de las cubas y aumentaran una fermentación no deseada. La bodega coincide ajustadamente con el solar del edificio, sin salirse a las calles.

Red de bodegas subterráneas Hoy se conservan menos  bodegas de las que se construyeron, unas por dejar de cumplir su misión y otras por hundimiento total o parcial. Actualmente existen 135, con sus nombres correspondientes y propietarios respectivos.

- Calle Los Bodegones (8 bodegas)
- Calles San Juan, Santo Cristo y Santa Ana (12 bodegas)
- Zona de Santa María ( 25 bodegas)
- Plaza del Trigo (15 bodegas)
- Calles Isilla, Cascajar y Barrio Nuevo (52 bodegas)
- Plaza Mayor (3 bodegas)
- Calles Ricaposada y San Gregorio (20 bodegas)

Resulta muy difícil datar la fecha de estas construcciones,  hechas durante generaciones, pero no sería aventurado fijar su inicio hacia el final del siglo XIII, aunque será durante los siglos XIV y  XV su  época de mayor expansión. En el siglo XVI se construyeron otras nuevas, tras la petición y posterior concesión del Rey Carlos V. Téngase en cuenta que hacia la mitad de esa centuria se recogían hasta 400.000 cántaras (16 l. c.u.) lo que  hacen un total de 6.400.000 litros. Durante los siglos XVII y siguientes se excavaron algunas más y se modificaron otras.

Muy pocas bodegas pertenecían a una sola familia, ya que la mayoría tenían distintos propietarios. Estaban divididas en 'sitios o suelos' (unos  2,8 x 2,8 m. cada uno) capaces de albergar en cada uno de ellos una cuba de unas 200 cántaras de media.

Características comunes a las bodegas históricas subterráneas Ver plano»

ELEMENTOS ARQUITECTÓNICOS DE UNA BODEGA

Bodegas

Profundidad: entre 8 y 11 metros, excavadas en una capa de asperón ('arena de fregar') y bajo otra de arcilla impermeable, que sirve de techo, lo que hace que sean secas.

Anchura de las naves: tienen una media de unos 3 metros, aunque en la de Requejo se llega a los 4,5 m. La altura estriba entre los 2,5 y los 3,5 metros.

Resulta difícil de establecer la longitud de cada una, ya que se ha formado un intrincado laberinto de túneles entre las bodegas, separadas entre sí por una sencilla puerta de maderos de enebro. Prácticamente están conectadas la mayoría de ellas.

La razón por la que no hay bodegas en una zona determinada de Aranda puede deberse a que entonces estaba ocupada por los barrios moro y judío. Su escasa relación con los cristianos y sus propias costumbres culturales y profesionales no lo favorecían. Así mismo, debajo de la Plaza Mayor tampoco se construyeron, quizás por ser sitio de tránsito, mercado y de espectáculos públicos.

La labor que las 'Peñas' arandinas han realizado y realizan en la conservación de las bodegas, así como la de muchos particulares, ha sido encomiable. Gracias a ellos se debe que perduren hoy día.

Se pueden realizar visitas a las bodegas históricas y al Centro de Interpretación (CIAVIN), llamando al teléfono 947 510 476 (Oficina de Turismo). La visita dura aproximadamente 45 minutos.

Información facilitada por Dialogos del Duero

Bodegas Subterraneas lista2

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