Qué ver en Puebla de Sanabria - Zamora
Comarca: Sanabria - Carballeda
Puebla de Sanabria
Puebla de Sanabria se encuentra ubicado en la comarca de Sanabria, al noroeste de la provincia. La villa se asienta a orillas de los Ríos Tera y Castro. Destaca por su patrimonio monumental, paisajístico y medioambiental.
El Parque Natural del Lago de Sanabria es el primer espacio natural protegido de Castilla y León (1978), siendo uno de los rincones de mayor atractivo de la provincia de Zamora, seguramente por ser un paraje singular y extraordinario por la riqueza de su flora, la gran diversidad de su fauna, la pureza cristalina de las aguas de uno de los pocos lagos glaciales de la Península Ibérica y con las perennes huellas que los hielos cuaternarios dejaron impresas en sus rocas, lección viva de morfología glaciar.
El conjunto de la localidad constituye un autentico Bastión fortificado por el que han pasado infinidad de batallas. Su condición fronteriza ha hecho de ella una Villa que en la actualidad está declarada Conjunto Histórico Artístico. Nada más cruzar el río y adentrarnos en lo que hoy constituye el Centro de la población, se advierte una empinada calle, en cuyas inmediaciones se encuentran las más austeras fachadas.
Las casas de esta localidad guardan aún el recuerdo de antiguos momentos de esplendor. Muestran estas construcciones una gran riqueza ornamental. Los blasones aparecen en sus fachadas, grandes modillones profusamente contorneados sustentan los aleros y algunas de las balconadas más hermosas de la Comarca. Los corredores son amplios y las galerías están casi siempre acristaladas. Además, los trabajos de rejería vienen a embellecer más aun estas ya de por sí atractivas construcciones. Aún se conserva buena parte de las Murallas que protegían toda la villa, desde las cuales se contemplan unas magníficas vistas.
En la Plaza Mayor, cerca del Castillo, se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora del Azogue. Su construcción data de finales del siglo XII, de esta época conserva sus restos románicos en los muros laterales de la nave y en el hastial con su portada. Los capiteles románicos de la puerta muestran decoraciones de tipo vegetal y el tema bíblico de Adán y Eva tentados por la serpiente. En los fustes aparecen figuras humanas adosadas ataviadas con el atuendo de la época.
El amplio crucero y su cabecera poligonal son góticos y están cubiertos por bóvedas de crucería estrelladas. En el interior se conserva una PILA BAUTISMAL del siglo XIII con figuras talladas en el frontal. Se hallan también una pieza musical de museo: el órgano del coro, bello instrumento datado en 1780 y del que surgieron notas musicales hasta 1930.
El suelo de la iglesia guardó durante años un secreto hasta que en 1995 tras la obras de restauración se descubrieron un mar de lápidas funerarias que ocupaba toda la superficie del templo. La torre resalta altiva, aunque poco concordante con la sobriedad románica de la edificación primitiva.
Adosada a la iglesia, se construyó en el siglo XVIII la Ermita de San Cayetano. Pequeña capilla barroca, levantada en memoria del patrón fundador D. Lucas García Ossorio, posee una fachada bellamente ornamentada que contrasta con el entorno.
En la elevada Plaza Mayor encontramos el Ayuntamiento, sobria edificación situada frente a la iglesia, fachada de la época de los Reyes Católicos, con dos plantas porticadas, en la que destacan dos elegantes torreones a ambos lados.
Emplazado en un populoso barrio de la Villa del que toma el nombre se halla el Convento de San Francisco. Se trata de un vetusto edificio bien conservado. En su conjunto resulta noble, a pesar de su aspecto modesto y de carácter de monumentalidad. La iglesia aprovecha el lateral meridional, quedando las estancias conventuales hacia el norte, estas se desarrollan alrededor de un pequeño claustro circundado por arcadas.
Éste convento estuvo dedicado a S. Bernardino y sus residentes fueron frailes franciscanos. En la actualidad se utiliza como escuela de artes y oficios y locales para Centro de Profesores. La iglesia permanece abierta al culto y sirve de apoyo a la parroquia.
El Castillo de los Condes de Benavente se encuentra en un amplio llano, en la cumbre de la precipitada mole de roca por donde discurre la Villa. A 960 m. de altitud, es innegable que el lugar y el emplazamiento hacían de dicha fortaleza algo inexpugnable.
Fue edificado en la segunda mitad del siglo XV, bajo el mandato del IV Conde de Benavente, D. Rodrigo Alonso Pimentel, cuyos blasones y los de su esposa aparecen en la puerta principal. Es de planta regular y en el centro posee una enorme y casi cuadrada Torre del Homenaje, denominada popularmente 'Macho', constituida por varias plantas, protegida por un puente voladizo, merece la pena disfrutar del paisaje que se domina desde lo alto de la misma.
El 'Macho' se encuentra rodeado por un recinto amurallado, protegido por cubos semicilíndricos distribuidos desigualmente. En el flanco oriental, que mira al Valle del Tera, se abren numerosas ventanas y un gran balcón, que animan la fachada. Un bello blasón sobre repisas, constituye prácticamente el único ornamento del austero conjunto.
Aunque el Castillo significara a través de los tiempos un símbolo de guerra y posteriormente estuviera situada la Cárcel del Partido Judicial, hoy en día, ya restaurada una parte, tiene para la población un significado bien distinto, actualmente alberga la Casa de la Cultura de la Villa.
La Muralla inicial, que protegía toda la villa, data de los siglos XII-XIII tenía una anchura de un metro y medio, y abarcaba una superficie de unas 8 hectáreas. El recinto estaba defendido por varios cubos y torres cuadradas y contó con dos puertas de acceso, llamadas Principal y de Enmedio o de La Villa.
Actualmene sólo se mantienen en pie algunos lienzos de muralla en la zona del castillo, en el este y norte de la villa, aunque quedan vestigios diseminados y ocultos entre las casas en el oeste y centro del pueblo. Entre lo que aún puede verse en la zona sur del castillo, se aprecian con claridad las reformas llevadas a cabo en el siglo XVII, como la plataforma en talud, llamada de los Portugueses, que alberga una pequeña garita.
En siglos posteriores se levantaron dos recintos defensivos en la villa. El primero y más pequeño protegía el caserío cercano al castillo, y el segundo cubrió toda la meseta por la que se extendía el pueblo, con algunos baluartes en puntos extremos.