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Iglesia Románica de Santa María la Nueva - Zamora

Comarca: Tierra del Pan - Campos

Zamora Capital

Todos los historiadores zamoranos se han hecho eco del ‘Motín de la Trucha’ incidente ocurrido junto a la Iglesia de Santa María la Nueva de Zamora.

El episodio tuvo lugar en 1158 según defienden, lo que parece correcto, Fernández Duro y Fernández Prieto, en el mercado, cuando el hijo de un peletero o un zapatero compró y pagó una trucha que luego quiso para sí el despensero de un caballero.

Ambos se enzarzaron en una fuerte discusión, arrastrando tras de sí uno y otro numerosos seguidores, pero el caballero se unió a otros compañeros en esta iglesia para acordar el castigo al pueblo, que reaccionó llevando leña y prendiendo fuego a la iglesia con la nobleza dentro.

Tras ello, los menestrales salen de la ciudad, despoblándola, pero al final les llegará el perdón real con tal de que rehiciesen la iglesia a su costa; todo ello explicaría las diferencias constructivas que en su edificio se aprecian, siendo lo más antiguo la cabecera y muro meridional salvados del incendio.

Hacia 1200 era iglesia monasterial, regida por un abad de nombre Román. Combinando lo primitivo y lo reconstruido hoy es de una amplia, antes lo fue de tres, nave techada con bóveda de lunetos, capilla mayor con tramo presbiterial con dos capillitas con testeros rectos a los lados, más ábside semicircular y torre a los pies.

Lo más atinado es precisamente la zona de la cabecera, y en particular el ábside, que por fuera se anima con una arquería ciega de siete arcos semicirculares que apean sobre esbeltas columnas con capiteles, con cimacios ajedrezados, que se esculpieron con jaquelados, flores estilizadas, motivos de cestería, doble cuerda entrelazada, aves, cuadrúpedos y hombres.

Por lo alto corre un alero ajedrezado sostenido por modillones con figuras humanas y un águila bicéfala. En el arco central, algo más alto que los restantes, y en dos laterales, hay ventanas, restaurada la medial, pues existió con anterioridad el consabido camarín a cuya construcción contribuyeron el Ayuntamiento y la Cofradía de los Caballeros Hijosdalgo en 1714 y 1715 y que se eliminó en 1959.

Los vanos, auténticas saeteras, van enmarcados por arcos dobles, apeando el interior sobre columnas, de fustes gruesos y cortos, con capiteles variados: orante, Adán, serpientes entrecruzadas, hombre y dos aves, un ángel y dos serpientes mordiéndose las colas.

Similar a estas ventanas es la de la capilla de la epístola, pues la del evangelio se reduce a una saetera. La capilla mayor por el interior, muy restaurada, es pura arquitectura pues, además de los derrames de las ventanas, sólo se ornaba con una imposta ajedrezada, de la que quedan restos, de donde arranca la bóveda de horno para el semicírculo y la de cañón peraltado para la parte recta, precedida por un arco muy apuntado.

A los lados se abrieron dos capillitas cubiertas con bóveda de cañón apuntado y con estrecho acceso sólo por el tramo presbiterial, lo que ha dado lugar a interpretaciones varias.

La nave queda cruzada por arcos diafragma doblados y apuntados que sostienen cubierta de madera moderna; a los pies, bajo la torre desmochada, hoy rematada en espadaña, existe un gran portal y una capillita abovedados con cañón apuntado.

Empotrado en el muro septentrional estuvo el Archivo del Estado Noble de Caballeros Hijosdalgo de Zamora, protegido por una reja del siglo XVI bien avanzado.

Tres portadas tiene la iglesia, destacando la meridional, resuelta con arco semicircular inscrito en otro de herradura sobre columnas con capiteles de animales: sirena con dos colas en uno y pareja de aves con los cuellos entrecruzados en el otro; temas ambos reiterados en el románico español.

Parece fruto de una reconstrucción en época no documentada. La septentrional, parcialmente velada por el contrafuerte que se añadiría en época gótica, voltea arco agudo, cuyas arquivoltas apean sobre columnas.

Entre su patrimonio artístico tiene particular interés la Pila bautismal, labrada en arenisca, decorada con siete arcos sobre columnillas que acogen distintos personajes tanto masculinos como femeninos. Tal vez se labrara coincidiendo con la segunda etapa constructiva de la iglesia, esto es, después del Motín de la Trucha.

Durante la restauración de 1959 se descubrieron restos de pintura mural de estilo gótico lineal realizadas en negro y rojo.

Declarado Bien de Interés Cultural el 14/04/1945

Dirección General de Patrimonio Cultural
Autor: José Ramón Nieto González

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