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Arquitectura Militar de Solosancho a Las Navas del Marqués - Ávila

Comarcas: Valle de Amblés y Sierra de ÁvilaValle del Alberche y Tierra de Pinares

Solosancho - Mironcillo - Las Navas del Marqués

La Baja Edad Media fue tiempo de conflictos entre reyes, ciudades y nobles. Para proteger sus posesiones, dominar los caminos o defender sus intereses respectivos, muchos nobles construyeron castillos en sus tierras, aldeas o villas de señorío. A Finales del siglo XV las tierras de Ávila se poblaron de castillos.

En la actualidad la provincia cuenta con 19 fortificaciones de este tipo distribuidas por todo su territorio. Aparte de servir de reclamo y casi de signo de identidad de algunos de los municipios más renombrados, su visita sirve de guía para asomarse a varios de los rincones más insólitos y emblemáticos de la Provincia.

Castillo de Sancho Estrada - Solosancho
Se encuentra en la localidad de Villaviciosa, en el término municipal de Solosancho. Fue construido entre los siglos XV y XVI por Nuño González del Águila y Guzmán, para vigilar el paso desde el Valle Amblés a la Sierra de Paramera. Fue señorío de una de las ramas en que se dividieron los Ágilas. Pasó por herencia al Marqués de la Roca, que vendió el término, el castillo y el caserío al Estado.

El castillo no es muy grande y ha pasado por diversas etapas constructivas. Aún se aprecia lo que pudo ser foso y puente de entrada. Al patio de armas se da acceso por un gran arco de medio punto adovelado, situado entre dos torres. En la llamada Torre de Damas hay un artístico ventanal sobre el que pende un escudo con león rampante plasmado sobre águila.

También lucen en sus muros los escudos de diversas generaciones. Se encuentra en buen estado de conservación, completo y restaurado, es de propiedad privada, y alberga el Hotel Restaurante Sancho de Estrada. Es visible fuera del horario de comedor.

Castillo Manqueospese - Mironcillo
El castillo de Aunqueospese se encuentra a 2,5 kilómetros de Mironcillo, sobre los peñascales de las primeras estribaciones de la sierra del Zapatero, asomado al Valle Amblés. Se puede llegar a él desde un camino forestal que parte desde la localidad, y que marca una nave que hay que dejar a la izquierda. Leer más»

CASTILLO MANQUEOSPESE - MIRONCILLO

La subida es ciertamente penosa, por lo que, si se hace a pie, es recomendable no hacerlo en horas de intenso sol y llevar agua.

Si se decide ir en coche, habrá que tener en cuenta que el camino se hace impracticable a medida que se sube pero con un vehículo todoterreno se puede llegar fácilmente casi a pie de castillo.

El último repecho ha de hacerse a pie y con cuidado porque el suelo está muy resbaladizo. Hay que tener precaución, ya que existen colmenas antes de llegar al castillo.

La construcción del castillo de Aunqueospese fue iniciada en 1490 por Pedro Dávila, capitán del duque de Alba, sobre un territorio usurpado a la comunidad de Ávila. Esta presentó un pleito que obligó a paralizar las obras, de tal manera que no pudo ser terminado hasta 1504, por Esteban Dávila, hijo del anterior.

Siempre se ha pensado que esta construcción fue levantada sin autentico fin defensivo y en fecha bastante tardía, siglo XV, pero según diversos estudios el actual castillo se asienta sobre un antigua fortificación musulmana. De todos modos no hay nada claro, y por ello no es de extrañar que sea objeto de numerosas leyendas que hacen referencia a unos amores contrariados, a rivalidades seculares entre caballeros de la ciudad y a amores imposibles. Leer más»

LEYENDA DEL CASTILLO MANQUEOSPESE - MIRONCILLO

La leyenda más conocida es la de Don Alvar Dávila y Doña Guiomar:

Volvían a Ávila, de pelear como buenos en las Navas de Tolosa, los escuadrones de serranos y habían entrado ya en la ciudad por la Puerta del Alcázar Recorrían las calles entre los vítores de la plebe y los saludos de los nobles, que presenciaban el desfile desde los ventanales o en las torres de sus palacios. Apuesto y bizarro sobre un negro corcel, iba el capitán D. Alvar Dávila, señor de Sotalvo, al frente de sus escuadrones, repartiendo sonrisas y saludos.

Llegaba ya el desfile frente al palacio de D. Diego de Zuñiga, noble y palaciego abulense, arriba, desde la alta ventana, su hija Dª Guiomar aplaudía a los guerreros. Era linda y tenía ojos negros la condesita, era blanca como el lirio de los campos y su mirada angelical se cruzo con la de Alvar Dávila, que sonreía, sonreía... el valiente capitán se serranos recorrió ya la ciudad sin corazón, ¡ lo había perdido en una sonrisa!.

Muchas veces se vieron Alvar Dávila y la condesita Guiomar, pero siempre a través de aquel alto ventanal de la torre del palacio de D. Diego de Zuñiga. Guardaba el conde a su hija entre los recios muros de la casa señorial para ofrecérsela a Dios. Era duro y altivo el conde, y ante él vino un día el capitán de serranos. Eran breves las treguas de guerra y le pidió licencia para casarse con la condesita, su hija, antes de una nueva partida. El conde, la ira en los ojos, ordenó al capitán que abandonase su palacio, prohibiéndole que en lo sucesivo volver a ver a Dª Guiomar.

El señor de Sotalvo con toda dignidad y gran Entereza, replico al irascible: - Cuando el amor ha nacido, no se le mata con vilencias; que el corazón del enamorado es rebelde y terco en la rebeldía. Dª Guiomar y yo seguiremos amándonos, y aún más, viéndonos: ¡Mal que os pese!.

Guardias rondaban día y noche el palacio, para prender al capitán si osaba acercarse. Mientras tanto, en el coto señorial de Sotalvo, sobre las altas rocas, mirando a Ávila, la brisa del corazón de Alvar Dávila alzaba en pocos días un blanco castillo roquero. Se adivinaban, más que se veían, los dos enamorados; ella miraba a la sierra; él, en las altas almenas que descubrían la ciudad.

Hasta que un día, al fin, el alma blanca de Dª Guiomar se escapó, hecha suspiro, del lirio de su cuerpo. A las torres del castillo vino aquel día nívea paloma. Suave era el arrullo, y el castellano la tomo con ternura en sus manos, poniéndola al cuello blanco lazo de raso.

De madrugada partía para la guerra al frente de sus escuadrones de serranos. Y en la guerra murió peleando como bueno...

Este castillo, obra del feudalismo (gótico del siglo XIV) pertenece al tipo castellano roquero. Aún conserva, a pesar de su desmoronamiento, el imponente aspecto de sus altos muros y gruesos cubos, además de algún detalle arquitectónico en la puerta interior. Combina el sillar, el sillarejo y la mamposteria, distribuidos alternativamente en los dos recintos que forman la fortaleza. Es propiedad del Duque de Medinaceli, el acceso es libre, las puertas fueron derribadas hace tiempo.

Castillo Palacio de Magalia - Las Navas del Marqués
Situado sobre unos peñascales del extremo este de la villa fue construido en la primera mitad del siglo XVI por los primeros marqueses de Las Navas, Don Pedro Dávila y Zúñiga, señor de las Navas, y Doña Marí Enríquez de Córdoba, con ocasión de la concesión por el emperador Carlos V del marquesado de las Navas, y sobre los restos de otro castillo anterior, seguramente del siglo XIII.

De estilo renacimiento, la fachada muestra balcones voladizos, ventanas enrejadas y puerta de medio punto, frontón triangular con el escudo de los Dávila y friso en caracteres latinos. En el cubo del noroeste, se abre una galería gótico-mudejar con balcón de doble arco conopial y amplia ventana de reja plateresca coronada por el escudo del linaje. El del suroeste conserva en su interior dos bóvedas planas.

El castillo ostenta un torreón con muros de gran espesor, cornisa de bolas y troneras. El zaguán es espacioso, con techo artesonado y escalinata de piedra.

El patio de honor cuenta con galería de columnas jónicas y fuste liso que, unidas por arcos con escudos en las enjutas, sostienen otra superior con columnas dóricas y arquitrabes tallados. Distribuidos por los muros del castillo figuran varios escudos, cuyas orlas y cuarteles resumen la heráldica del Marquesado.

Esta fortaleza estuvo relacionada con la reacción Comunera. Posee estancias alrededor de un hermoso patio renacentista de dos pisos, se encuentra en buen estado de conservación, restaurado y transformado.

Es de propiedad estatal, del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, Instituto Nacional de Artes Escénicas y Música (INAEM).

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