Datos básicos del sendero:
- Distancia: 88,5 km
- Tiempo estimado: 5 h
- Puntos de salida: Castrojeriz
- Desnivel: 166 m
- Dificultad: Baja
- Época recomendada: Todo el año
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Ruta de cicloturismo en la Provincia de Burgos
Castrojeriz - Castellanos de Castro - Iglesias - Vilviestre de Muñó - Estépar - Villavieja de Muñó - Quintanilla Somuñó - Mazuelo de Muñó - Arenillas de Muñó - Presencio - Pampliega - Villaquirán de los Infantes - Los Balbases - Vallejera - Valbonilla - Pedrosa del Principe - Hinestrosa
Si piensas en destinos ciclistas en la provincia de Burgos es probable que te vengan a la cabeza lugares como Lagunas de Neila o Picón Blanco, célebres por haber formado parte en los últimos años de diversas grandes etapas de la Vuelta a Burgos y donde se han impuesto ciclistas como Marino Lejarreta, Alejandro Valverde, Mikel Landa o Remco Evenepoel.
Imagen de vueltaburgos.com - Picón Blanco
Pero, además de estas zonas, Burgos cuenta con infinidad de posibilidades para la práctica del cicloturismo. Solo la red provincial de carreteras (la que depende de la Diputación de Burgos) suma casi 2.300 kilómetros de longitud.
La mayor parte de esta red está formada por carreteras con muy poco tráfico que comunican sus 371 pueblos, repartidos a lo largo y ancho de 14.000 kilómetros cuadrados. Esta red constituye un terreno ideal para practicar ciclismo, alejado del tráfico y con la oportunidad de conocer parajes, pueblos y personas que harán de esta experiencia algo inolvidable.
En esta ocasión te proponemos un recorrido por la comarca de Amaya-Camino, un terreno quebrado que discurre por valles y páramos y que nos permite alcanzar un desnivel acumulado interesante a pesar de no ascender ningún puerto de montaña.
Es una especie de pequeña Amstel, con subidas cortas e irregulares que combinan porcentajes entre el 5 y el 7 por ciento, con rampas que superan los dos dígitos. ¿Diferencia con la Amstel? Que al final, en lugar de cerveza brindas con un vino de las dos denominaciones de origen de Burgos (Ribera del Duero y Arlanza) mientras repones fuerzas con las barritas energéticas de toda la vida: el chorizo y la morcilla de Burgos acompañados por un buen pan.
Partimos de Castrojeriz, bajo la vigilancia de su castillo, y tomamos la carretera BU-P-4013 que discurre paralela al Camino de Santiago. En apenas tres kilómetros, la vía pasa por debajo de uno de los arcos que quedan en pie del antiguo Convento de San Antón.
La sensación es maravillosa y es una de las imágenes más icónicas del camino francés. A partir del convento, la carretera se estrecha y se adentra en un túnel vegetal que forman los chopos que bordean la misma, cuya sombra se agradece sobremanera en verano.
Convento de San Antón - Castrojeriz
Continuamos por un falso llano hasta la localidad de Castellanos de Castro, donde afrontamos un repecho que no llega a los dos kilómetros y nos sitúa en lo alto del páramo. En el cruce, giramos a nuestra derecha para tomar la BU-P-4041 en dirección a Iglesias.
En los días frescos y claros del invierno (mayoría en la zona) desde aquí se divisa la Peña Amaya y, más al norte, las montañas de la cordillera cantábrica, con las inconfundibles siluetas nevadas del Espigüete y el Curavacas.
Fuente de los cuatro caños - Iglesias
A dos kilómetros del cruce iniciamos un suave descenso hacia Iglesias, que se acentúa cuando atravesamos el pueblo. Es este un buen lugar para cargar nuestros bidones con el agua de la hermosa fuente de cuatro caños de su plaza. A la salida del pueblo, aún en descenso, giramos a la izquierda hacia la BU-V-4042 e iniciamos una corta pero dura subida, sobre todo al comienzo.
Una vez arriba del páramo, y tras un breve llaneo donde suele pegar el viento del nordeste (el más habitual) afrontamos un descenso de cerca de tres kilómetros por carretera saltarina y estrecha que nos lleva hasta Vilviestre de Muñó.
Villavieja de Muñó - Imagen de Ayto. Estépar
Continuamos en ligero descenso y nada más pasar bajo las vías del AVE se inicia un repecho duro, al otro lado del cual se encuentra Estépar, localidad más importante del Campo de Muñó, zona que jugó un papel importante para Castilla en los primeros años de la Reconquista.
Tras unos pocos metros por la N-620, ahora en desuso, tomamos a la izquierda la B-V-1008. Tras cruzar el río Arlanzón llegamos a Villavieja de Muñó, mientras divisamos en lo alto de un cotarro la silueta de la ermita de Arroyo, edificada a los pies de un castillo hoy desaparecido y que es de planta románica. Si queremos contemplarla de cerca, deberemos desviarnos a nuestra derecha, siguiendo las indicaciones y ascender un repecho.
Torre de Mazuelo de Muñó
Pasamos por Quintanilla Somuñó, de donde era originaria la madre de José Zorrilla (el autor de El Tenorio, quien pasó algunos veranos en esta zona) y llegamos a Mazuelo de Muñó. Aquí nos llama la atención una torre fortificada de planta cuadrada y unos 20 metros de altura, cuya construcción se data en el primer tercio del siglo XV.
El siguiente pueblo por el que pasaremos presenta otra torre muy similar al lado de la carretera. Se trata de la de Arenillas de Muñó, pero antes de llegar a ella deberemos superar una cuesta que no llega al kilómetro, pero que se agarra bastante. La torre de Arenillas es muy similar a la de Mazuelo y a otra que existe en Torrepadierne, todas con carácter defensivo.
Arco medieval de Presencio
A la salida del pueblo, giramos a la derecha por la BU-P-1001. Tras un breve ascenso, y normalmente con aire a favor, afrontamos un tramo descendente de unos 5 kilómetros que nos lleva a Presencio.
A la entrada del pueblo nos recibe una picota de ajusticiamiento, mientras a ambos lados del asfalto observamos bodegas excavadas en los taludes. Las primeras menciones de Presencio aparecen en el siglo X. Cuenta con una iglesia de tres naves dedicada a San Andrés que comenzó a edificarse en el siglo XIII.
En la plaza, frente al ayuntamiento, se alza un rollo de justicia con los escudos de los duques de Medinaceli. En la misma plaza vemos una casona de piedra de tres alturas en la que se cuenta que pernoctó Juana la Loca cuando recorrió estas tierras acompañando al féretro de su marido, Felipe el Hermoso. Desde esta localidad, giramos a la derecha por la BU-V-1022.
Tras nueve kilómetros de recorrido ondulado llegamos a Pampliega, cuyo origen parece remontarse al siglo II antes de Cristo. Pero Pampliega es conocida por haber sido el lugar elegido por el rey visigodo Wamba para su retiro. Tras su muerte, sus restos permanecieron allí hasta que Alfonso X ordenó su traslado a Toledo.
Vista panorámica de Pampliega
Desde aquí, seguimos por la BU-101, cruzamos el río Arlanzón y seguimos hacia Villaquirán de los Infantes, donde comienza la parte más dura del recorrido. Tras salir del pueblo por la carretera que en 16 kilómetros nos lleva a Castrojeriz, giramos a la izquierda en dirección a Los Balbases.
Aquí comienza una subida de 1,39 kilómetros al 7% de media, pero con rampas que al final alcanzan el 15%. Un breve descenso y otro rampón nos dejan ante un pronunciado descenso por carretera muy estrecha y algunas curvas pronunciadas que nos obliga a extremar la precaución.
Ya en Los Balbases nos llama la atención sus dos iglesias: la de San Esteban y la de San Millán, situadas en cada uno de los dos barrios que conforman la villa. Dejamos Los Balbases y comenzamos de nuevo a ascender.
Al principio, muy suavemente pero poco a poco el terreno se empina más y llegamos hasta un primer páramo tras superar 150 metros al 12%. A nuestro alrededor, un parque eólico nos indica que en esta zona el viento es protagonista y solo hay que esperar que no sea de cara.
Iglesia de San Millán - Los Balbases
Rodamos por el páramo un kilómetro y tras superar un último repecho iniciamos tres kilómetros de descenso hasta Vallejera, donde comenzamos una sucesión de subidas y bajadas que nos van machacando las piernas. Primero, 1,5 kms a casi el 6 por ciento, seguido de un breve llaneo por el páramo expuesto al viento y descenso hasta Valbonilla.
Y de nuevo, otro ascenso de 2,65 kms al 3,4 por ciento seguido de un descenso que nos deja en Pedrosa del Príncipe. En este tramo nos vamos a sentir como si estuviéramos haciendo un Amstel en miniatura: subidas cortas con rampas y páramos expuestos al viento, una experiencia para recordar.
En Pedrosa del Príncipe tomamos la BU-405, ancha y en muy buen estado, hacia Castrojeriz, el lugar de donde partimos. Antes habremos cruzado Hinestrosa, un pequeño pueblo famoso por sus quesos, que se pueden comprar al lado mismo de la carretera.
En total, 88,5 kilómetros y poco más de mil metros de desnivel positivo que nos habrán dejado un excelente sabor de boca y las ganas de seguir descubriendo Burgos a golpe de pedal por carreteras solitarias y tranquilas.