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Qué ver en Sotillo de la Ribera

Comarca: Ribera del Duero

Sotillo de la Ribera

Visitamos Sotillo de la Ribera para descubrir los secretos que esconde esta bonita villa de la Ribera del Duero.

Sotillo nace en la Edad Media bajo la administración de Gumiel de Mercado, con una orientación esencialmente ganadera. La riqueza que le proporcionó esta actividad, junto con su buena ubicación entre Roa y los pueblos del Valle del Esgueva, hicieron posible su crecimiento, por lo que pronto alcanzó la categoría de aldea. La prosperidad conseguida en los siguientes siglos, permitió que la aldea obtuviera el título de villa en 1667, pero no su independencia.

A mediados del siglo XVIII, el señor de Gumiel de Mercado y Sotillo, el Duque de Medinaceli, la vendió al Marqués de Iturbieta, quien la transferirá a su Concejo.

La arquitectura popular de Sotillo de la Ribera es su mejor patrimonio. Destacan notables ejemplos de casas típicamente ribereñas y, sobre todo, lagares y bodegas, estas últimas consideradas como las mejores de toda la Ribera.

El barrio de bodegas se sitúa en el monte de San Jorge, junto al núcleo. Este cerro, de forma cónica presidido por la Ermita de San Jorge, ha sido completamente horadado por un laberinto de túneles y galerías, organizados en tres niveles. Algunas de las galerías han sido reforzadas con bóvedas de piedra.

La mayoría de las bodegas pueden fecharse en el último tercio del siglo XVIII. Su acceso original se realizaba a través de bellas entradas de piedra sillar, a veces coronadas con frontón. Muchas de ellas se han convertido hoy en merenderos.

Además de este magnífico legado popular, Sotillo cuenta con un importante conjunto de edificios entre los que destaca el Palacio del Ayuntamiento, edificado en 1781. Se trata de una sólida construcción de dos plantas, en piedra, con el frente de sillería bien labrada y los laterales de mampuesto encalado. La fachada principal presenta soportal en el bajo, con tres arquerías de medio punto, y balconaje en el piso superior.

El conjunto se remata con el escudo Real. Se trata de una obra de acusada volumetría como corresponde al momento de transición en el que fue edificado, entre las formas barrocas y los nuevos ideales clásicos.

Por otro lado, destacan algunas casas blasonadas, como el Palacio de los Serrano, construida por el canónigo don Juan Antonio Serrano Mañero en 1785, la edificada por don Miguel Herrero Esgueva, Obispo de Osma y Arzopispo de Santiago de Compostela, y la que perteneció a Don Pablo Herrero Calatañazor desde 1778.

Otro ejemplo representativo de arquitectura civil es la Casa de La Botica, de finales del siglo XVII. De amplia planta cuadrada, se compone de dos alturas con numerosos vanos rectangulares, algunos con balcones.

Destaca el lienzo delantero con tres vanos en el cuerpo inferior. El central, formado por un potente almohadillado, actúa como puerta de acceso.

El cuerpo principal sigue el mismo ritmo compositivo, con tres balcones, entre los que destaca el de en medio, volado, con un singular tratamiento decorativo. Al interior el espacio queda organizado en torno al zaguán, con dependencias como la botica, la cocina y las cuadras. Esta casona también contaba con un lagar excavado bajo la casa, y un desván, destinado a palomar.

Sin duda, el mejor edificio es el templo parroquial de Santa Águeda, emplazado en el extremo noreste de la villa, fuera del primitivo núcleo. Su origen se remonta a mediados del siglo XVI, pero las obras llevadas a cabo desde finales de la siguiente centuria ampliaron y modificaron su aspecto, configurando la imagen barroca con que ha llegado hasta nuestros días.

La planta forma un rectángulo del que sobresalen ligeramente la cabecera poligonal y el cuerpo de la torre. Consta de tres naves de la misma altura, la central de mayor anchura. Carece de crucero.

En cuanto a su interior, constituye un gran ámbito único cubierto con bóvedas de cañón apuntadas en las naves laterales y de arista en la central.

El primer tramo se cubre con una amplia bóveda semiesférica de principios del siglo XVIII, de gran altura, gracias al empleo de ladrillo y piedra toba en su construcción, perforada por una linterna que permite la iluminación del templo. Esta última se remata al exterior con un chapitel de pizarra. En torno a estas fechas se construyó también la sacristía, cuya ubicación fue modificada tres veces hasta situarse en su emplazamiento actual.

Domingo de Ondátegui fue el responsable de la magnífica torre edificada entre 1732 y 1740 situada a los pies de la fábrica. Ya avanzado el siglo XVIII, se llevó a cabo la magnífica portada tardo-barroca.

En el interior del templo las capillas de San Miguel y de Nuestra Señora del Rosario, reúnen interesantes retablos.

Sotillo era zona de paso, por aquí transcurría el camino real que unía Burgos y Madrid. La Fuente y el abrevadero, ambos del siglo XVIII, saciaban la sed de viajeros y monturas en su periplo hacia la capital.

A escasa distancia del Ayuntamiento se encuentra otra notable construcción, la casa natal del pintor Fermín Aguayo, uno de los hijos más ilustres de Sotillo de la Ribera, vivienda restaurada, rehabilitada y salvada de la ruina en trabajo concluido en 2016 tras largas décadas de abandono del inmueble.

Junto a la puerta de la casa una discreta placa de cerámica, a tono con el conjunto, acentúa el interés por el edificio y da noticia del nacimiento en él de Fermín Aguayo, uno de los adelantados del abstraccionismo en España como cofundador en 1947 en Zaragoza del grupo Pórtico, primero en explorar la abstracción pictórica en la escena artística nacional.

Tras la disolución del grupo Pórtico en 1952, Fermín Aguayo viaja a París en busca de mejores aires personales y artísticos, y donde reside hasta su prematura muerte en 1977, a los 51 años.

La pintura de Aguayo recorre todas las corrientes de vanguardistas de su tiempo a partir de la inicial figuración: postcubismo, abstracción, informalismo hasta volver en sus últimos años a una figuración lírica entreverada de abstracción, un giro artístico de 360º a contracorriente de la evolución de la pintura contemporánea que subraya su carácter de pintor singular.

El Museo Reina Sofía de Madrid le dedicó en 2005 una gran antológica. Inteligente, irónico, discreto, solitario como hombre, y como pintor instintivamente apegado a la paleta sobria en la gama baja de colores. Aguayo decía de sí mismo: ‘Yo hago una pintura muy pobre, extremadamente pobre de medios’.

Merece la pena acercarse a Pinillos de Esgueva, localidad situada a 4 kilómetros de Sotillo de la Ribera. Su iglesia del siglo XII, es una de las joyas más bellas del románico burgalés.

Sotillo también destaca por la producción de buenos vinos acogidos a la denominación de origen Ribera del Duero.

Información histórica: Universidad de Burgos
Información de Fermín Aguayo: Ricardo Martínez de Rituerto

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