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Qué ver en Astudillo - Palencia

Comarca: Cerrato Palentino

Astudillo

Astudillo se encuentra en la comarca del Cerrato Palentino, a escasos 30 kilómetros al noreste de Palencia capital.

La villa de Astudillo, declarada Conjunto Histórico en 1995, alberga una gran riqueza monumental, salpicada con notables ejemplos de Arquitectura Popular. Visita guiada Astudillo

El entramado de sus calles obedece a una concepción medieval que se ha visto respetada por el transcurso de los tiempos. Esta circunstancia añade un atractivo para el paseante que se ve sorprendido en algunas ocasiones por el trazado laberíntico que le permite descubrir algunas plazuelas y calles escondidas.

La riqueza monumental de esta ruta tiene su exponente más claro en el Convento de las Claras dónde se ubica el Palacete de Pedro I El Cruel y la Iglesia de Santa Clara. Su artesonado Mudéjar y el Sosiego Placentero de su entorno acogen al visitante invitándole a detenerse en el Museo Provincial.

Cercano a este convento podemos encontrar la Puerta de San Martín, que se yergue esbelta recordando la ciudad amurallada que fue Astudillo. Más próxima al convento se encuentra la Iglesia de Santa María con un bello retablo renacentista y algunas tallas de valor estimable.

Desde esta zona puede iniciarse un paseo tranquilo por las calles de Astudillo deteniéndose en las Casas blasonadas, los caserones de los siglo XVIII y XIX, o simplemente las plazuelas que dan continuidad o inician nuevas calles. Cada una de ellas alberga algún detalle o alguna construcción que satisfará al caminante.

Las Iglesias de San Pedro y Santa Eugenia, ésta última con un Museo Parroquial con parada obligatoria son igualmente ejemplos claros de su riqueza monumental que sin embargo no agotan las referencias a tener en cuenta por el visitante: Fachada del Hospital, Ermita de la Cruz, Ermita de San Marcos, Plaza Mayor, etc.

La belleza de sus monumentos o de su entramado urbano guardan en sus entrañas un secreto conocido por todos sus habitantes que se han aprestado a la conservación de un verdadero tesoro patrimonial. Este secreto lo constituye el entramado de Bodegas o pasadizos medievales que minan una gran parte de las casas astudillanas.

Los arcos y la construcción de estos pasadizos es una sorpresa que el visitante más avispado debe intentar conocer. La titularidad privada de estos pasadizos y la ubicación dentro de las propias casas dificultan la visita generalizada aunque puede contemplarse alguna muestra interesante el la calle Subida a las Bodegas como Peña Manguis y otras bodegas particulares.

Para finalizar la visita subiremos hasta el Castillo de la Mota desde dónde contemplaremos todo el casco urbano y la apertura del paisaje hacia la Tierra de Campos y más lejanamente la Montaña Palentina. Esta visión paisajística y urbana se deberá completar con una parada en las bodegas que horadan el cerro y sus alrededores en las que siempre habrá algún astudillano deseoso de ofrecer un buen trago de vino aderezado con su hospitalidad.

Los restos del Castillo de la Mota se encuentran en un montículo que dominaba el pueblo y que ahora se encuentra inmerso en el casco urbano. El Castillo de Astudillo fue construido en la segunda mitad del siglo XV, sobre una fortificación anterior ya documentada en el año 1035.

En el siglo XI se hace referencia a la localidad como Stadellum, aunque su término ya estuvo poblado en época romana. El rey Alfonso VII le concedió Fueros que son ratificados y ampliados más tarde por Fernando III el Santo, que convitió la villa en una importante plaza fuerte. Diversas reinas ostentaron el señorío a lo largo de la historia. Leer más»

CASTILLO DE LA MOTA - ASTUDILLO

A finales del siglo XII fue de Leonor de Aquitania, esposa de Alfonso VIII de Castilla, y a principios del XIII su hija Berenguela. En 1248 perteneció a la esposa de Alfonso X, Doña Violante.

A ésta le sucedió María de Molina, quien a finales del siglo XIII hubo de hacer frente al rebelde Juan Núñez de Lara que había tomado el castillo por la fuerza. Poco tiempo después fue derrotado en los campos de Astudillo.

En tiempos de Pedro I el Cruel fue residencia habitual del monarca. Su hija Beatriz ostentó el señorío en 1341. En 1355 era señora de la villa María de Padilla, que dos años antes había fundado el Convento de Santa Clara.

Por concesión de Enrique II en 1366, el señorío pasó a la familia Tovar, en concreto al Almirante Fernán Sánchez de Tovar. El comportamiento despótico de esta familia dejó mal recuerdo en la villa y dio lugar a bastantes quejas de los vecinos que en ocasiones recibieron el apoyo real.

Juan de Tovar, señor de Astudillo, participó en la rebelión contra el favorito del rey, Álvaro de Luna, y tras la derrota en la batalla de Olmedo se refugió en Aragón. Juan II acudió a la villa a rendir el castillo, pero el alcaide Beteta se negó a rendir la fortaleza, a pesar de estar hostigada por el fuego de un trabuco situado encima de la puerta de San Martín. A los pocos días una saeta disparada por orden del alcaide contra el palacio del rey, provocó un nuevo asalto contra el castillo, que fue tomado por las tropas reales a costa de muchas bajas. Apresado el alcaide, pagó su desobediencia y osadía con muerte y descuartizamiento.

Desposeído Juan de Tovar del señorío de Astudillo en 1445, éste fue entregado por Juan II a la familia Mendoza, futuros condes de Castrogeriz. Restituidos los bienes a los rebeldes, tras el perdón real, retornó Juan de Tovar a la villa, aunque el nuevo alcaide no le entregó la fortaleza, lo que provocó, tras nuevos enfrentamientos, que terminara por marcharse de nuevo a Aragón al no conseguir tomar el castillo.

En 1520 la villa se adhierió al levantamiento comunero y se unió a la Junta de Burgos. Durante la Guerra de la Independencia, en 1811, fue ocupada por un batallón del ejército francés al mando del coronel Simon Robert. En 1881 recibió por Orden Real el título de Muy Noble e Ilustrísima villa. En la guerra carlista llegó hasta la localidad el general Espartero en persecución del mariscal carlista Miguel Gómez.

De la imponente fortaleza conocida como castillo de la Mota sólo se conserva el cubo situado al nordeste y parte del muro norte. Del cubo se conservan dos plantas separadas por una imposta, aunque tuvo más altura. La parte baja está dotada de cinco grandes troneras, una de ellas transformada en puerta, mientras que en la superior existen varias saeteras y, sobre la tronera central, una puerta con arco de medio punto podría comunicar con alguna estructura exterior.

Por encima del lienzo norte se aprecia el arranque de un muro perpendicular con puerta de arco rebajado. La ubicación de bodegas alrededor de la mota donde se levanta el castillo, al igual que en el mismo recinto, han acelerado su destrucción. En 1852 ya figuraba arruinado.

De la muralla que rodeaba la villa se conserva una puerta, un torreón y algunos lienzos. La cerca se levantó a principios del siglo XIII, formada por piedra y tierra. A mediados del siglo XIX contaba con seis puertas, las de Revilla, Santa Eugenia, San Pedro, Santoyo, Santa Clara y San Martín, la única que se conserva, ya que el resto se derribaron en 1914.

La magnífica Puerta de San Martín se enmarca dentro de una alta y esbelta torre con un gran arco apuntado en el exterior y rebajado en el interior. Encima de ella tres aspilleras en el frente y una más a cada lado, la servían de defensa. Estaba coronada por almenas con remate piramidal. En su interior se aprecian claramente dos pisos.

Adosado al convento de Santa Clara se encuentran los restos rehabilitados de un esbelto torreón y de un lienzo de la muralla. El torreón se asemeja en la construcción a la puerta de San Martín, almenas con remate piramidal y aspilleras.

Estos restos probablemente correspondían a una segunda cerca que rodeaba el Barrio de la Puebla, que pertenecía a la jurisdicción del convento de Santa Clara por favor otorgado por el rey Pedro I. A finales del siglo XIV fue derribada de forma injustificada por el señor de Astudillo, Fernán Sánchez de Tovar.

Bajo el subsuelo de la población, sin salir del recinto que delimitaba la muralla, existen una serie de pasadizos hipogeos situados debajo de las casas, siguiendo la fachada de las mismas y comunicados entre si. Están revestidos con sillería, con bóvedas de cañón y arcos fajones.

Según algunos autores pudieran tratarse de 'minas' que permitieran sorprender al enemigo desde la retaguardia. Parte de estos pasadizos se cegaron y otros han servido de bodega. El castillo y las murallas pueden visitarse libremente.

Y por último no hay que olvidar los palomares, típicas y preciosas construcciones populares que salpican el territorio de Tierra de Campos desde tiempos inmemoriales.

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