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Qué ver en Oña y Frías

Comarcas: La Bureba - Oca y TirónLas Merindades

Oña - Penches - Tobera - Frías - Soto de Bureba

A medio camino entre Poza de la Sal y Oña se encuentra el Valle de Caderechas. Si algo hay que destacar de este hermoso valle es la tranquilidad y sosiego de sus pequeños pueblos, la frondosidad de su vegetación y la exquisitez de sus frutos: cerezas, ciruelas, peras, manzanas y variadas verduras.

Sin temor a equivocarse se le puede definir como 'El Jerte burgalés'. No hay pues mejor época del año para contemplar el valle que aquella en la que florecen sus frutales, en abril, cuando un tupido velo blanco lo cubre todo.

La bella población de Oña, enclavada bajo la impresionante silueta de la Mesa de Oña y a cuyos pies corre el Río Oca, extiende su caserío por calles empinadas ante el grandioso Monasterio de San Salvador, relicario de Historia y Arte donde reposan, reyes, condes e infantes de Castilla, León y Navarra.

Nacida en los primeros tiempos de la Repoblación, el conde Sancho García funda en el año 1011 el Monasterio benedictino de San Salvador para su hija Tigridia, y crea en Oña el Señorío Infantado más importante de Castilla. Toda la villa de Oña conserva plazas y rincones de claro sabor medieval, como la Calle Barruso, calle de la Antigua Judería.

La Iglesia de San Salvador, la iglesia del antiguo monasterio utilizado hoy como centro hospitalario es una construcción gótica, sobre otra anterior románica de la que quedan algunos restos en los muros laterales y en el interior.

En la cabecera se abre la capilla mayor donde se encuentran los sepulcros de los Condes y Reyes de Castilla, dos soberbios panteones de madera primorosamente labrada del siglo XV. Aquí descansan, envueltos en el polvo de la historia, el conde Sancho García, su esposa Urraca y su hijo García, últimos condes de Castilla; Sancho el Mayor de Navarra y su esposa doña Munia, y Sancho II el Fuerte, rey de Castilla, entre otros. Leer más»

IGLESIA Y MONASTERIO DE SAN SALVADOR - OÑA

El retablo mayor es barroco y en él se abre la capilla camarín de San Iñigo, patrono de la villa.

Interesantes son, también, la sillería del coro a juego con los panteones, del siglo XV, varias pinturas hispano-flamencas, sargas con pinturas de la escuela de Oña, las pinturas murales góticas con la vida de Santa María Egipciaca y el Cristo románico conocido como de Santa Tigridia.

En la sacristía un excelente museo con interesantes piezas, destacando una tela oriental del siglo X que perteneció al conde fundador.

Claustro gótico de principios del siglo XV, obra de Simón de Colonia y Sala Capitular, románica.

La fachada del antiguo monasterio es barroca, construida en el siglo XVII. Rodean el conjunto monástico antiguas murallas y torres defensivas, como el Cubo del Reloj, resto de la primitiva fortificación del siglo X.

De la Iglesia de San Juan edificada como parroquia de la villa en el siglo XII con añadidos posteriores de los siglos XIV-XV, destaca la bella portada de factura gótica y la torre cercana al soportal.

Quedan restos de la Muralla que defendía la villa, construida en los siglos XIV y XV, en la que se abrían varias puertas, de las que aún existe la del Arco de la Estrella, cerca del antiguo barrio judío.

Durante el mes de agosto se realizan en la Iglesia de San Salvador las representaciones medievales del 'Cronicón de Oña', un sorprendente espectáculo de luz y sonido que narra la historia de la villa.

Entre las localidades de Penches y Barcina de los Montes se encuentra la Cueva de Penches, interesante Yacimiento del Paleolítico, con grabados y pinturas rupestres.

La ruta prosigue en Frías, la señorial y galana ciudad de Frías se asienta junto al Ebro, a la entrada del valle de Tobalina, bajo la ciclópea torre del Castillo de los Velasco que parece querer despeñarse sobre sus casas.

Es Frías uno de los primeros núcleos de la repoblación medieval, citada la población ya en la temprana fecha del año 867. Importante centro de comunicaciones de La Bureba con el Norte a través de su puente medieval sobre el Ebro.

En 1435 Juan II la concede el título de ciudad y pocos años después la cede a don Pedro Fernández de Velasco, aunque con fuerte oposición de sus vecinos. En 1492 los Reyes Católicos crean para la familia Velasco el Ducado de Frías.

El caserío se alza sobre el peñascal, extendiéndose por empinadas cuestas hacia la fortaleza y la Iglesia de San Vicente. Su trazado aún conserva el ambiente medieval.

Apenas queda nada de la primitiva Iglesia románica de San Vicente. Su portada se encuentra hoy en el Museo de los Claustros de Nueva York, tras el hundimiento de la torre en el año 1904. Interior gótico, con tres naves y algunas buenas capillas, entre ellas la de la Visitación, con bóveda estrellada, rejas y sepulcros de principios del siglo XVI.

La Iglesia de San Vitores de los siglos XIII al XV conserva su portada y la estructura, aunque muy alterada. El Convento de San Francisco construido durante el siglo XIV, en la antigua judería, solo conserva restos de la iglesia muy modificados.

El Convento de Santa María del Vadillo fundado a principios del siglo XIII, tuvo canónigos regulares de San Agustín pero fue abandonado tras la Desamortización en el siglo XIX.

Del Castillo de los Duques de Frías situado en lo alto del espolón rocoso, destaca la torre del homenaje. Reconstruido por Alfonso VIII, en el siglo XV pasó al señorío de los Velasco. Destaca también el gran patio de armas y los muros con ventanales ajimezados y capiteles románicos de comienzos del siglo XIII.

Cerca de la población se encuentra el famoso Puente sobre el Río Ebro de origen romano, reconstruido durante el Medievo, época en la que se levantó la torre defensiva para controlar el cobro del pontazgo.

Frías celebra todos los años con danzas ancestrales, la 'Fiesta del Capitán'. Una jornada en la que el pueblo conmemora la época de los Condestables de Castilla, en el siglo XV, que intentaron tomar posesión de la villa.

En el pueblo de Tobera, barrio de Frías, encontramos uno de los parajes con más encanto de la comarca. Entre un bosque de quejigos aparecen bellas cascadas originadas por surgencias que brotan en lo alto. El Río Molinar ha creado una serie de saltos de agua que tradicionalmente han sido aprovechados para diversos usos que se remontan al menos al siglo XIII (fabricación de lanas y linos).

En este lugar se halla el Lavadero Medieval, singular edificio en el que antiguamente se lavaban las prendas. Se da la circunstancia que el caudal de agua de estos manantiales, es permanente tanto en invierno como en verano.

Tobera ya suena a principios del siglo XI cuando Gómez Díaz y su mujer venden al Conde D. Sancho la villa de Oña a cambio de este lugar “cum suas casas...terras, uineas, molinos..." Pasó a ser barrio de Frías en el año 1489.

Otro punto de interés es el conjunto ermitas de Tobera y su puente romano, la Ermita de Santa María de la Hoz y la Ermita del Cristo de los Remedios ambas góticas del siglo XIII. Este conjunto artístico constituyen uno de los lugares más bucólicos de la provincia de Burgos.

Finalizamos la ruta en Soto de Bureba, perteneciente al municipio de Quintanaélez, donde destaca la Iglesia de San Andrés del siglo XII. Lo más significativo de este templo románico es la composición y la iconografía que decora las tres arquivoltas de la portada, orientada al sur, y el arco rebajado que se apoya sobre las jambas de su portada, así como el guardapolvo que las protege.

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